Rosa, Rosae.

Dice mi madre, que soy extremadamente extremista, que llevo las cosas a su máxima espresión y que las elevo a una poténcia insospechada, que los límites se me escapan y que me pierdo en mi radicalismo, que voy siempre más allá de la regla y que nunca me dejo parar los pies, yo creía que era algo positivo, así que jugaba a escudarme en que era un valor oculto que me hacía más hábil y que me acercaba a mis objetivos como ese artista casi incomprendido, frustrado y enloquecido por figuras inestables,trazos delirantes y combinaciones prácticamente perfectas para mostrar o demostrar todo el temperamento que se haya en él, toda la garra, toda la decepción y el dolor, como si se habiera acostumbrado a ello, escupía sus problemas sobre lienzos aunque sobre ellos solo se podia vislumbrar a una joven, una joven preciosa, una mala costumbre de sus manos, que cada vez que lograban deshacerse del control de su cerebro trazaban la perfección de la figura de esa mujer, esa espina.


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