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Ultimamente las 12 en punto, ya no tienen nada que ver con lo que fueron, con lo que fue, de golpe parece que todos los minutos que la hacía suya se han evaporado como por arte de magia, robandole todo su encanto místico, ahora ya solo da la sensación de que alfa y omega juegan a intercambiarse los papeles y de que todos teníamos razón cuando le rogábamos que dejase de volar, hoy se asoma al balcón y se araña las piernas, sale al balcón y le arden las venas entrecortándole la respiración y fundiendole el alma, y ya no ve ni su hora, ni su espectro, ni su valor, incluso sus ojos ya han perdido la fuerza con la que desgarraban antes, supongo que habrán perdido el brillo inocente que los hacía tan perversos, exactamente igual que le había pasado a ella, pero alguien así, como era ella nunca lo vería, nunca cedería para darse cuenta de ello, siempre le había gustado jugar a cerrar los sentidos para aliviar los problemas, por lo mismo que sigue ennegreciendose los ojos, sigue marcándose el alma e internandose en lo oculto, en lo inpensable para el resto, sigue caminando sobre su ego sin mirar hacia abajo y tirita cuando ve aún sin querer que cuanto más quiera elevarse más duro sera su fin, sin embargo para ella ya son casi las 12, ya está casi lista esa noche pero cada vez que se acuerda de su alma, un frio polar se apodera de ella hasta que se consuela con algún recuerdo gastado que la empuje adelante, le mantenga el equilibrio y consiga sacarla de donde esté, diría también que si más, no debe necesitar algo que la fortalezca, aunque eso supusiera despojarla de toda esa fragilidad helada que tanto le gusta acumular, sin embargo yo sé que ella, viuda de recuerdos seguirá immersa y sin respirar en un vaivén de noches trasnochadas y esperanzas marchitas buscando aunque nunca reconociendolo algo metafísico y desmedido, arriesgado y cruel, pero mientrastanto jugará a divertirse deshidratandose y regalando segundos penosamente como si puediera perderlo todo menos su hora, el segundo en el que el mundo solo puede mirar su mirada, la misma mirada en la que el negro se ocupa de disipar cualquier sombra que su figura marchita y decadente pueda atreverse a proyectar.



PD: La foto en la rara bauhaus, de TNB.

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