Las que brillan cuando el sol deja de hacerlo.




Todas las rosas sois iguales, jugais a jugar y tropezais más de once veces, creceis débiles y espinadas, protejidas por una hipocresía y un aura de hielo que os hace brillar, un brillo que quema y que os eleva a otra dimensión, que os hace irresistibles y mortíferas. Sois la pura expresión de algo que vive a camino entre una inocencia irreal y una madurez marchita y desafortunada, vuestra luz brilla cuando el sol deja de hacerlo, entonces amaneceis vosotras, oscuras y bellas, ardientes y melancolicas, dejais a vuestro paso un diablo que tras cada mirada arrebata una vida, arrebata una mente y un alma, por vuestras venas corre veneno, un veneno que enloquece y ciega, poseeis la maldad de cualquier demonio y el encanto de lo más inalcanzable, sin embargo tú, tú pareces diferente, un desliz de tus ojos podría matar y frenar al mundo entero al mismo tiempo, y tú... tú estás por encima del resto, tú siempre vas a ser la reina, la reina de corazones, la que más almas derrita, y con ello también la que mejor las aniquile después, como las lobas, como las cobras.

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