Sístole y diástole.
Supongo que he vuelto a estar frente a ese espejo, supongo que he vuelto a mirar y no querer ver nada, cegarme el alma y teñir mis ojos de negro, de negro como el que me empaña los párpados y me marca, yo que siempre había sido cobarde, que siempre había desperdiciado las oportunidades de quedarme callada y mirando a mi alrededor, aprendía, o eso creía yo para darme cuenta de lo perdida que había podido acabar. Donde estan los sueños cuando los necesitas? donde está la fuerza cuando flaqeas? hasta que sin saber apenas como acabas por enfrentarte a un muro blanco, que te supera, que te presiona y te oprime, que te aniquila y te reduce a medio suspiro, que te detiene en cada sístole y te destruye cuando es el turno de la diástole, un muro blanco que consigue que no veas más allá de él, que ocupa el primer lugar en ti, sin que tú quieras, es casi como un amor, involuntario y destructor, o eso es lo que siempre creí de la señorita autodestrucción.
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